Me adhiero con la palabra, al proyecto AMIJUGANDO en el que niños y niñas de varias escuelas rurales del Bajo Pocho vivenciaron con alegría las actividades planificadas por docentes y personal del Parque Natural Provincial y la Reserva Forestal Natural de Chancaní.
¡Niño, mi niño de la escuela rural!
Estrellita escapada del cielo
para dormir en un cuento bajo el algarrobal.
¡Niño, mi niño de la escuela rural!
manitas tomadas a las riendas de una estrella fugaz,
tus pasos alegran el arenal.
¡Niño, mi niño de la escuela rural!
Tu voz se hace canto con el zorzal
y vuela tu alma sobre el manantial.
En las mañanas, recorriendo el corral,
corderitos saltarines son tus amigos
y con ellos te pones a jugar.
El sol desde lo alto alumbra
tu cara radiante de felicidad
cuando caminas presuroso hacia tu segundo hogar.
Un sin fin de trinos
se descuelgan de los árboles
marcando el ritmo de tu caminar.
Crujen las piedras, el polvo se levanta,
aromas de tomillo enredados en los senderos
te regalan una fiesta sin igual.
Tu burrito compañero te acuna al trotar.
Las alforjas todas llenas sueltan risas,
a las nubes quieren trepar.
La mochila saltarina tintinea
al compás de lápices y cuadernos
que ya quieren trabajar.
Y a lo lejos la campana
te avisa que estás por llegar.
La escuela te espera como tu segundo hogar.
Blanca como la luna
tu maestra en el umbral.
con sus brazos abiertos y su mirada de trigal.
Ella, tu guía, tu luz de sabiduría.
Vos, una estrella dispuesta a iluminar.
Juntos en la escuela buscando la libertad.
¡Niño, mi niño de la escuela rural!
Estrellita escapada del cielo
para dormir en un cuento bajo el algarrobal.
¡Niño, mi niño de la escuela rural!
Manitas tomadas a las riendas de una estrella fugaz,
tus pasos alegran el arenal.
Gladys Acevedo