jueves, 12 de octubre de 2023

La locura. Narrativa de Gladys Acevedo


LA LOCURA

La locura galopa insaciable sobre las imágenes frenéticas que se desprenden del televisor. Gotea, rítmicamente, la canilla de la cocina; y una mosca, si sólo una mosca negra y acróbata, se posa sobre las manchas aceitosas que quedaron sobre la mesada.

El tic-tac del reloj de pared murmura, segundo a segundo, el paso del tiempo teñido de tristezas. Las cortinas azules flotan  desde la ventana atravesada por dardos de luz que se filtran sin cansancio. Y la voz solitaria del locutor, consciente de su presencia en millones de hogares, anuncia fríamente los acontecimientos que se desarrollan en lugares distantes. Guerras, accidentes, torturas, asaltos, aumentos, surgen como en un calidoscopio desde la pantalla que atrapa.

Rostros congestionados, otros indiferentes, algunos ensimismados, y tantos otros mientras la pantalla color muestra la miseria, el engaño, la hipocresía.

Comentarios alrededor de la mesa, insultos hacia los gobernantes, la sorpresa de algún nuevo proyecto para un segmento de la población,  y todas las reacciones inimaginables florecen a partir de la voz o voces que salen de la pantalla cuadrada en todos los hogares.

Y sentados en familia, grupos o solitarios, el veneno penetra poco a poco durante los instantes eternos absorbiendo la sustancia interna de los televidentes.

Hipnotizados, robotizados, mirando la agonía de tantos, la perfidia de otros, percibiendo las imágenes como una película y recibiendo el mensaje “a mi no me toca”. Triste y firme la red de la inconsciencia se teje con intención y premeditación.

  Millones atornillados en sillas, sillones, camas, o en cualquier lugar. Y con cada segundo la mente cumple un proceso de secamiento inminente.

Y la voz impersonal rebota en las paredes tapadas por los gritos de los padres, el llanto de los niños, el silencio de los viejos.

En un rincón la locura erigió su trono escarbando las mentes como si nada.







 

Y no llueve ...


 

Mi Sentir

Poemas en homenaje a la tierra que me adoptó:Pocho, departamento del oeste cordobés en Argentina.

¡Pampa de Pocho!
Te despliegas perezosa
entre palmares y algarrobales;
entre aromas, silencios
y lastimeros churcales.

Tu silueta lujuriosa funde
el ritmo cadenciosos de tus ríos,
el rojo estridente de mil atardeceres
junto a la transparencia de tu cielo
fileteado de volcanes.-

¡Pampa de Pocho!
Bendita tierra tapizada de verdores,
embriagada por tus encantos
esperas pacientemente
el fruto de tus maizales


(Antología S.A.D.E 99 Poesía)


REMINISCENCIAS

REMINISCENCIAS

Puchú, Puchú.
tu nombre de valiente
ha quedado hundido
en el corazón de la pampa pochana;
esa tierra bendita
que atesora mil batallas.
Tus huellas duermen
bajo los caminos polvorientos;
mientras brota quejumbrosa la sal
desde la profundidad de tus dominios.

Tu raza quedó escondida
bajo la alfombra de maizales
vertiendo la fuerza de un pueblo
ya desaparecido.
La misma luna,
el mismo sol,
las mismas sierras
que tus ojos absorbieron
para prenderse de tu corazón.

Puchú, Puchú,
el latido de tu pecho bravío
estalla cada atardecer
en su matiz enrojecido.
Mientras, el canto de tu tierra
duerme entre miles de palmares
sacudiendo sus crestas
sobre misteriosos pedregales.
(Traslasierra. Voces del 2.000. Antología)


CANTO A TANINGA

CANTO A TANINGA

Taninga,
quiero pintarte
con brillos de estrellas,
con hebras de lunas.

Taninga,
deseo cantarte
con murmullo de agua
brincando de piedra en piedra.

Taninga,
quiero salpicar tus lomadas
con brisas de noches veraniegas.

Aquietarte con el frío de los inviernos
abrazada por el gélido viento sureño.

Taninga,
quiero alumbrar
la alfombra aterciopelada
de tus pastizales.
Quiero aunar el canto de los grillos,
de las chicharras
y el andar silencioso
de graciosas vizcachas.

Quiero pintarte con mis sueños
desatando mi canto
mientras cabalgo entre tus
cerros y lomadas.
(Traslasierra. Voces del 2000.
Antología)



DESCUBRIR

DESCUBRIR
Velia Villarreal

En esas noches pochanas,
acunada con el suave cantar de las chicharras,
descubrí la inmensidad
entre destellos de noches estrelladas.

Y aquí me encontré,
entre sierras y palmares,
bajo una luna dibujada.


Y aquí me quedé,
para el ver el verdor de los maizales,
para sentir la fragancia diáfana
de hierbas y algarrobales.

Pocho, Pocho !
Eres la tierra donde ha quedado mi simiente.
Un hijo que absorbe tu esencia tradicional,
las siluetas de tus cerros,
el color de tus amaneceres,
la transparencia de tus ríos
recorriendo caminos de piedra y sal.

(Traslasierra. Las voces del 2000 . Antología)