DOS LÁGRIMAS
Gladys Acevedo
Dos lágrimas cristalinas caen simplemente al compás de la música que llega desde la ventana. Ella, solitaria, con las manos sobre su regazo aprieta sueños tejidos de ternura y promesas.
Una taza de porcelana, ya olvidada, descansa sobre la mesa adornada con rosas y jazmines. El sol dibuja sobre la pared arabescos, sombras genuinas de la cortina de encajes. Todo emana perfumes suaves mientras la mirada de la mujer se pierde en el tic-tac del antiguo reloj ubicado detrás y sobre el sillón.
Los segundos, en su caminar, se suben a los latidos que se escapan de su pecho. Los minutos, comienzan a pesar en el tiempo que se detiene.
Dos lágrimas resbalan estirándose sobre el rostro marchito; y las horas se apelotonan en escarlatas mientras las baldosas rojas se licuan tiñendo la sala poco a poco de sangre que fluye desde los ojos, los oídos, de todo su cuerpo.
El perfume de las rosas y jazmines se pierde en el sabor metálico de la sangre que mana desde el alma de la pobre mujer convirtiendo su espacio en un gran coágulo que se seca, se seca muriendo de a poco entre el escarlata.
El tiempo se apaga, desaparecen los segundos atravesando las dos lágrimas que rebotan sin prisa.
1 comentario:
Gladys, muy sentidas las palabras de este relato, que tienen como personajes a esas dos lágrimas capaces de teñir el suelo con su dolor. Un beso enorme,
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